8 DE MARZO DÍA DE LA MUJER
La dirigente socialdemócrata alemana Clara Zetkin propuso en 1910 la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora durante la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague.
Al año siguiente, 1911, se comienza a celebrar ese día el 8 de marzo. En esos momentos las mujeres distaban mucho de gozar de derechos políticos y sociales, sólo Finlandia desde 1906 permitía el voto femenino. Incluso en Gran Bretaña, donde las sufragistas tenían cierta visibilidad, su participación democrática fue más tardía, 1928. En España el voto femenino se permite en 1931, mientras que en Francia se otorgará este derecho en 1944.
TODOS SABEMOS QUE...
La mujer ha sido excluida a lo largo de la historia de lo público y apartada de los focos de poder; relegada al núcleo familiar su función era la educación de los hijos y la transmisión de los valores tradicionales a su descendencia. Esto no es un discurso victimista, sino una realidad histórica.
El TRABAJO DE LA MUJER EN LA EDAD MEDIA
La pobreza en la Edad Media tenía rostro de mujer.
En lo referente al trabajo de las mujeres en el S.XVI podemos afirmar que no se ha encontrado ninguna carta de aprendizaje o de pago por su labor de aprendiz u oficial en los gremios burgaleses.
Sin embargo, no es extraño encontrar sus huellas contratando obras, esto ocurría al morir su marido, ya que las ordenanzas de los distintos gremios permitía a las viudas de maestros con taller propio mantenerlo abierto mientras se vendieran todas las obras y se acabaran todos los contratos firmados. Eso sí, no podían contratar obras nuevas.
Sin embargo, esto no fue siempre así. Conocemos casos como el de Ana Breda, viuda del platero Francisco Hernández, que al parecer se comprometió a realizar 250 docenas de imágenes de alabastro.
Llamativo también es el caso de
María de Albear (hija y hermana de
plateros), quien contrató obras después de la muerte de su marido el platero Gregorio de Abaúnza, como la cruz de plata de la iglesia de Cardeñajimeno, o la
cruz de gajos de la iglesia de Arroyo (jurisdicción de San Zadornil).
Se trata de casos
extraordinarios, puesto que la mayoría de las
mujeres que trabajaban lo hacían en labores que no requerían gran
especialización.
Así había vendedoras de alimentación y
lencería de cuyas tiendas eran propietarias. Otro de los oficios que
desempeñaban era la de ser auxiliares de
maestros de albañilería y yesería para preparar el barro y las masas de cal y
yeso. Estas tareas eran, normalmente, llevadas a cabo por personas con ninguna
cualificación y por moriscos. Era, por tanto, una mano de obra barata.
SIGLO XIX
En el siglo XIX Gertrudis Rodríguez Santos combatió
junto a Juan Martín Díaz, “el
Empecinado” durante la Guerra de la Independencia. Para participar en la
lucha tuvo que ocultar su condición de mujer haciéndose pasar por un hombre,
con nombre y apariencia de varón.
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