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martes, 22 de agosto de 2017

¡PERO QUÉ ME DICE!


Existen una serie de profesiones que generan innumerables anécdotas, conocidas son las recogidas por profesores, maestros, médicos y taxistas. La de guía de turismo no se queda atrás. La gran cantidad de personas de diferentes nacionalidades que recibimos y los lugares singulares que visitamos se prestan a ello. Confusiones, errores de nombre, equivocaciones, falsos mitos e ideas estrafalarias están a la orden del día.
Ver para creer y oídos para escuchar.

Comenzamos por la estatua del Cid, nuestro héroe por antonomasia. Demasiados son los que niegan con rotundidad la existencia de este personaje ante nuestra perplejidad más absoluta. En segundo lugar viene bien pasearse por el emblemático Paseo del Espolón donde a la sombra de sus platanales algún “desorientado” ha exclamado: “No me imaginaba que Toledo fuera tan bonita y con tanto jardín”.

Continuamos nuestro caminar hacia el Monasterio de las “Juergas Reales”. Haberlas seguro que las hubo. Si los muros hablaran….Dejando al margen este pequeño lapsus lingüístico los visitantes nos aportan un dato, el mismísimo Napoleón no se encuentra enterrado en París sino en la nave central desplazando al rey fundador Alfonso VIII.

En el ranking de nuestra selección de anécdotas ocupa el primer lugar la Catedral. En nuestra memoria aún resuenan comentarios de lo más singulares: es la Catedral de León donde hay un topo que se come los cimientos y que alberga la tumba de los Reyes Católicos y de Cristóbal Colón. Que no se enfaden nuestros amigos granadinos y sevillanos o de la República Dominicana.

Todo visitante inicia su recorrido atravesando la imponente puerta del Sarmental, denominación que da pie a muchas y variadas interpretaciones. Sin duda la más curiosa es la innumerablemente repetida puerta del “Semental”. ¡En qué estarán pensando nuestros ilustres viajeros!.

Algún erudito, que no Herodoto, ha llegado a afirmar que con sus propios ojos ha visto un busto de Lenin custodiado por el Cabildo. Ni un guionista de ciencia ficción hubiera creado semejante paradoja. Siguiendo con experiencias personales otros aseguran haber subido a las torres en unos modernos y sofisticados ascensores. Por supuesto no nos podemos olvidar de los buscadores del Santo Grial que acuden a la Catedral en aras de su hallazgo ni a aquellos que confunden la Capilla de los Condestables con la Capilla Sixtina.

Pero, sin duda, la estrella rutilante de nuestra visita es el famoso “Papanatas ”o “Papamóvil” que tiene su propia tumba en la seo burgalesa y que además realiza todo tipo de actividades para deleite de lugareños y visitantes: canta, grita, saca la cabeza, mueve los brazos, sale, entra, sube y baja entre otras destrezas. Sí han acertado ustedes EL PAPAMOSCAS fue, es y será el “rey”.

Con ingenuidad, sin maldad, en muchos casos inspirados por novelas fantásticas o series de televisión que hacen de la ficción realidad, nuestros visitantes no dejan de sorprendernos. El contrapunto ante estos inocentes deslices es el rigor histórico. Que no falte el buen humor que también forma parte de nuestra historia.